“…Un día los hermanos expulsados se aliaron, mataron y devoraron al padre, y así pusieron fin a la horda paterna. Unidos osaron hacer y llevaron a cabo lo que individualmente les habría sido imposible. (Quizás un progreso cultural, el manejo de un arma nueva, les había dado el sentimiento de su superioridad.) Que devoraran al muerto era cosa natural para unos salvajes caníbales. El violento padre primordial era por cierto el arquetipo envidiado y temido de cada uno de los miembros de la banda de hermanos. Y ahora, en el acto de la devoración, consumaban la identificación con él, cada uno se apropiaba de una parte de su fuerza…” (Freud, 1913).
Es producto del asesinato totémico que es bien sabido por nosotros, psicoanalistas, que representa al padre, que se instauran dos tabúes fundamentales que luego pasaron a ser los dos deseos reprimidos del complejo de Edipo, a saber: La prohibición al incesto y el asesinato al padre. Es en base a estos deseos desde donde se fundamenta la represión originaria, represión que da origen a lo que nos convoca en este papel, y en donde posteriormente irán todos los demás hechos reprimidos que se tomaran de esta represión originaria para atraerlos hacia este lugar.
Freud para comienzos del siglo XX publicara una de sus más famosas obras junto con todo un valor simbólico y epistemológico agregado para el nuevo siglo, y es en la interpretación de los sueños donde el dirá que: .. Todos los sueños representan la realización de un deseo por parte del soñador. Y en donde dirá que estos sueños y deseos tienen un carácter inconsciente, y los ubicara en este mismo lugar, una instancia psíquica que hace parte de su primera tópica, junto con lo consciente/preconsciente. Pero es ya desde más temprano cuando Freud empieza a esbozar su concepto de inconsciente, en proyecto de psicología científica (para neurólogos), vista dentro de un marco neurológico en donde el aparato neuronal daba el primer alumbramiento para esta teoría, luego con las cartas dirigidas a Fliess seguirá explicando los tres sistemas que la componen. Que se haya enunciado al aparato psíquico como una tópica está muy lejos de querer explicarlo como lugares con una localización anatómica, porque esto implicaría que cada sistema tiene su función y trabaja independientemente para la tarea seleccionada, esto planteado por Freud, ya que sabemos según los estudios realizados hoy en día de neuroimagen, en donde se demuestra a través de las zonas de calor activadas cuando se realizan procesos (procesamientos) mentales, que varios sistemas se movilizan para realizar una misma función y/o varias. Incluso en el sueño, en el acto mismo de soñar, las zonas activadas son las mismas que se activan con el sujeto en vigilia o realizando procesos conscientes, por lo que vemos que la noción de inconsciente propuesta por Freud va mas allá que zonas funcionales preestablecidas para ayudarnos a realizar tarea cotidianas, sino que corresponde a una instancia psíquica que contiene las respuestas al porque de nuestro actuar, da respuestas del porque dije algo que no quería decir, que significa esto que soñé, etc. Pasaron miles de años para que se pudiera descubrir que es lo que realmente desean los seres humanos, se preparo el camino para el descubrimiento del ser humano, que ni todos los experimentos realizados con animales para analogarlos a los humanos lograron explicar en forma tan sublime pero llenadora de sentido, la razón del ser.
La tesis principal de una distinción entre sistemas, y especialmente de la separación entre inconsciente y preconsciente-consciente, es inseparable de la concepción dinámica, igualmente importante en psicoanálisis, según la cual los sistemas se hallan en conflicto entre sí. A lo largo de la obra freudiana, el problema del fundamento último del conflicto ha recibido distintas soluciones. Ante todo es posible intentar señalar que existes dos tipos de conflictos, a nivel tópico, esto es inconsciente con el sistema Pcs/Cs y a nivel económico-dinámico como conflictos entre pulsiones, propio de la segunda tópica y elemento constitutivo para llevar a Freud a pensar en la reformulación de aparato psíquico. La distinción entre estos dos puntos de vista plantea el origen de las tópicas cada una con una gran respuesta. Para la primera tópica como se mencionaba antes, intenta explicar la constitución de un inconsciente por el proceso de represión, solución que conduce a Freud a postular, en un primer tiempo, la represión originaria. Y por otro lado la gran respuesta de la segunda tópica fue de origen genético que sería reforzada por el ello, consiste en suponer la aparición y la diferenciación progresiva de las instancias a partir de un sistema inconsciente, en donde sus raíces parten desde lo biológico, cuya premisa es “todo lo que es consciente ha sido primeramente inconsciente”.
Es según estas dos grandes respuestas las que llevan a Freud a plantear el desarrollo psíquico. Ahora nos tomaremos de la segunda para entender entonces que la instancia defensiva (Pcs/Cs) y la instancia reprimida (Ics), prescinden ya del conflicto pulsional propiciando el alumbramiento al “ello”
Es ya alrededor de los años 20 del siglo pasado cuando Freud comienza a re-definir el aparato psíquico, ya no viendo al inconsciente como un sustantivo en relación a un sistema, sino que como un adjetivo, pensado ya como calificador de contenidos, y es donde el ello entra a tomar su posición y se ubica como un polo pulsional, en donde su contenido, las expresiones psíquicas de las pulsiones, pertenecen a este adjetivo. De allí la introducción del término "ello" para designar el inconsciente, considerado como un receptáculo pulsional desorganizado, semejante a un verdadero caos, lugar de "pasiones indómitas que, sin la intervención del yo, seguiría siendo títere de sus aspiraciones pulsionales y se dirigiría necesariamente a su propia pérdida. Al mismo tiempo, el yo perdía su autonomía pulsional y el ello se convertía en la sede de la pulsión de vida y la pulsión de muerte. A diferencia del enfoque descriptivo de la primera tópica, la perspectiva dinámica de la segunda no postula ninguna separación radical entre las instancias que la componen: los límites del ello no tienen ya la precisión de los que trazaban la frontera entre el inconsciente y el sistema consciente/preconsciente; el yo no aparece ya estrictamente diferenciado del ello, en el cual el superyó hunde sus raíces, sino que se postula que tanto el yo como el superyó, en gran parte son inconscientes. Entonces ahora la instancia sobre la cual se ejerce la defensa ya no se define como el polo inconsciente, sino que ahora se define como el polo pulsional de la personalidad.
En esta tópica la concepción que se da del yo como instancia represora Es fácil inteligir que “es la parte del ello alterada por la influencia directa del mundo exterior” (Freud 1923), por mediación del sistema percepción-conciencia, y en donde el superyó tampoco es una instancia claramente autónoma, sino que se encuentra sumergida en el ello.
"Un individuo dice Freud:”... Es ahora para nosotros un ello psíquico, no conocido e inconsciente, sobre el cual, como una superficie, se asienta el yo"