lunes, noviembre 15, 2010

Cristianismo y Psicoanalisis: una conexión innegable

Para comenzar este ensayo me basé en el texto de Peter Sloterdijk “El extrañamiento del mundo”, en donde se parte mencionando las grandes diferencias entre el psicoanálisis y el cristianismo, y como la cura en ambos casos tiene distintas orientaciones, pero sin embargo son impulsadas por el mismo principio, el de la pulsión de muerte. Con esto me refiero a que la esperanza cristiana, como lo menciona Sloterdijk está dada por las buenas nuevas de una mejor vida después de esta, por lo que es necesaria la muerte y por otro lado el psicoanálisis anhela la muerte como una forma de curación total, como una liberación de esas verdades amargas que salen a la luz por medio del lenguaje y, que siempre son del orden de lo inconsciente.
Para desarrollar el presente ensayo me tomare de algunos conceptos e ideas generales como el discurso como fundador de realidad y el lenguaje como el principio de la creación. El objetivo no es determinar cual tipo de discurso es el mejor, o el que ofrece una mejor cura, no es el tema de este trabajo, cosa que explicare más adelante.
Quizás se hace un poco difícil poder escribir, tal vez reflexionar y argumentar sobre el discurso sin más herramienta que el mismo. Cómo bien vemos y tenemos en claro, como buenos psicoanalistas en formación, es que la palabra cura, pero, ¿Qué ocurre cuando hacemos mal uso de esta maravillosa arma y/o herramienta que nos ha dado la madre cultura? Cuestión difícil de tratar y de abordar, pero creo que cabe mencionar que las evoluciones y revoluciones de la sociedad, cualesquiera que sean, afectan al discurso, transmutándolo a la propia conveniencia de quien lo utiliza, aquí es donde entran en juego las variables que afectan al discurso las cuales pueden ser muchas: deseos, moral, prejuicios, costumbres, etc. Pero a bien entender el tema de la palabra lo mencionare – sin pecar de arrogante, solo que soy quien escribe- es que el discurso funda y a la vez destruye realidades. El discurso es capaz de modificar a los sujetos hasta el extremo de llevarlos a una radicalidad, que en cierta forma viciaría el discurso y lo llevaría a la mínima expresión, pero no negándolo. Para esto sería prudente basarse en el principio de exterioridad como lo mencionaría Foucault, lo que nos hace analizar el discurso en sus condiciones externas de posibilidad, ya que el discurso se avala en sí mismo en tanto un sujeto lo produce, el dilema está en si este discurso es posibilitado o apoyado por la sociedad, también cual son sus motivos para plantearlo como tal y fundador de realidad y, en tanto fija sus límites o normas, cuestión difícil, ¿Como delimitar un discurso?, Si es este mismo quien nos construye, ¿Estaríamos limitando las proyecciones del sujeto?, ¿Estaríamos negando al ente como posibilidad, como fundador de realidades?, En este punto es donde nos cuestionamos la valides de los discursos, y si fuese correcto hablar de discursos buenos o discursos malos. Aquí es donde volvemos a lo mencionado anteriormente sobre el juzgar o determinar qué discurso es el correcto, si el psicoanalítico o el cristiano, Lacan tiene una respuesta en su libro “El triunfo de la religión”, cosa que no creo importante profundizar ya que el titulo es bastante sugerente. Pero aquí Lacan lo resume en la condición final, en tanto resultado, que posibilita la armonía vivida aquí en el presente por parte de este discurso, ya que el objetivo de la cura psicoanalítica es un tanto pesimista y busca pasar de una miseria neurótica a una infelicidad común, por otro lado y como también lo menciona Sloterdijk en el texto, el cristianismo ofrece una verdadera vida para cada uno de nosotros en la fe, aunque sea después de esta vida, lo que posibilita que es individuo se sienta librado en el presente (pág. 166).
Pese a esta gran diferencia, lo que nos convoca en este ensayo es el puente o el nexo común que une a estos dos discursos, a saber: el lenguaje, en tanto palabra.
En la biblia en el evangelio según San Juan, capitulo primero versículos del uno al tres dice: “En el principio era el verbo, y el verbo era con Dios, y el verbo era Dios. Este era en el principio con Dios. Todas las cosas por El fueron hechas, y sin El, nada de lo que ha sido hecho, fue hecho”. Aquí vemos que aun en la creación del universo, con una mirada cristiana, podemos observar que el verbo era el principio, verbo en tanto lenguaje, la palabra hablada que da vida, crea y produce una cura, que nos sana y nos sociabiliza al momento de entrar en el universo del lenguaje, que posibilita la creación, la determinación y la constitución de uno mismo en tanto sujeto y otorga la posibilidad de esta cura cristiana. En el mismo génesis dice: y dijo Dios:….y le fue hecho. Vemos como la palabra crea y dota de sentido los objetos del universo simbólico.
Por otro lado la palabra para el discurso psicoanalítico esta a la base de la teoría, ya que como lo plantea Lacan el inconsciente está estructurado como el lenguaje y, es en este lenguaje en donde el sujeto se constituye como tal, es el lenguaje en tanto cultura lo que posibilita que el sujeto se constituya como tal, es el mismo lenguaje que permite la inauguración del inconsciente, ya que ese Significado primero, S1, es arrojado al olvido, y es en ese preciso momento cuando el sujeto entra en el universo simbólico del lenguaje, y lo que posibilita su habla, ya que este habla en cuanto le falta, o se encuentra en falta, lo que también posibilita el poder desear, falta dada por ese primer objeto de amor que ha sido reprimido.
En este punto vemos las luces de la conexión innegable que existe entre el psicoanálisis y el cristianismo. Estos discursos se originan en un punto en común que como mencionábamos anteriormente hace referencia a la palabra en tanto creadora de realidades, en el caso del cristianismo, creadora del universo, y por el lado del psicoanálisis, creadora del sujeto del inconsciente. Ambas originaciones de discursos productos del lenguaje producen a su vez un tipo especifico y particular de cura, con diferencias claramente, ya que una ofrece una cura que no es del orden de esta vida, lo que posibilita librarse de la amargura del presente, como lo es el caso del cristianismo, por otro lado el psicoanálisis ofrece una cura para el presente del sujeto, que lo lleva a aspirar a una muerte como liberación de la amargura del pasado que origina el malestar.