5:05 am...En ese preciso momento donde todo ocurrio...

Mientras veía la escena de una madre que llegaba borracha a su casa y el padre esperaba en la cama matrimonial acostado con sus pequeños hijos, insistiéndoles en que se quedaran dormidos para no presenciar aquella patética escena. En ese preciso momento cuando la madre aparece medio tambaleándose por la puerta del dormitorio, yo podía ver todo como un narrador omnisciente y a ratos era uno de los hijos acostados en la cama, que con un ojo entreabierto miraba a esa señora que se tambaleaba, en ese momento de tambaleos y aproximación a la cama, el padre le arroja unas frazadas a la madre que caen a un costado de la cama, frente a mis ojos, pude ver como caían y al mismo tiempo sentirlas en mi hombro. En ese momento exclame un “ah!” que no se si fue real o imaginado, en el sueño o verbalizado, que me despertó…con el cerebro perdido entre la vigilia y esta dramática escena, quería postergar el momento en que sonaría la alarma para tener que, definitivamente, despertarme. Mi espalda ya se había vuelto a acostumbrar a mi cama porteña, ya no me dolía, estaba relajado. Cuando seguía anhelando ese instante de postergación mágica, suena ese ruido que nunca antes me había sonado tan amargo e indeseado, ese ruido post 18 que me tomó de mi estado de relajo y me abofeteo diciéndome: …no seas estúpido, 15 días por año no te son suficientes?!. En ese mismo segundo que recibí esa cachetada que me trajo de vuelta a la realidad, me pregunté: ¿Por qué tengo que levantarme tan temprano? ¿Cuál es el motivo, el chiste o la razón por la que no consigo un trabajo más cerca de esta adorable cama? Sin vacilar, dentro del mismo minuto de la misma hora, 5:08 am que sonó la primera alarma, vino la respuesta: es por tus hijos!... Inmediatamente también comenzó el debate interno: pero si no tienes ni siquiera una polola con la cual pensar en casarte para tener hijos!... En ese preciso momento cuando suena la segunda alarma 5:10 am, supe que había madurado…